Ir Arriba

El comercio internacional de alimentos es inseparable de la seguridad alimentaria

Manuel Otero y Gloria Abraham
Abraham participó en el “Diálogo sobre la política comercial y su rol en la seguridad alimentaria de las Américas” junto al Director General del IICA, Manuel Otero.

San José, 3 de diciembre de 2020 (IICA). El comercio mundial de alimentos ha mantenido su vitalidad durante la pandemia y reúne las condiciones para ser uno de los motores de la recuperación económica global.

Los datos del primer semestre de 2020, según el Monitor para la seguridad alimentaria de las Américas del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), ofrecen una referencia clara sobre la resiliencia de la producción agroalimentaria, en un contexto excepcionalmente difícil.

Mientras la caída de la actividad debido al Covid-19 provocó una disminución del comercio internacional del 21%, el impacto fue mucho menor, de sólo el 5%, en el rubro de alimentos, cuya circulación entre países es decisiva para la seguridad alimentaria global.

Estos números demuestran que el sector tiene posibilidades de reponerse de la crisis mucho antes que otros, lo que ofrece una excelente oportunidad a los países de las Américas, explicó la embajadora de Costa Rica ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), ex ministra de Agricultura y Ganadería del país centroamericano y presidente del Comité de Agricultura del ente rector del comercio mundial, Gloria Abraham, especialista con larga experiencia en temas de agro y negociaciones comerciales internacionales.

Abraham participó en el “Diálogo sobre la política comercial y su rol en la seguridad alimentaria de las Américas” junto al Director General del IICA, Manuel Otero.

La conversación formó parte de una serie de diálogos de alto nivel entre Otero y altos funcionarios y especialistas internacionales en temas agroalimentarios.

En este caso, el foco estuvo puesto en lo que está sucediendo durante la pandemia y, muy especialmente, en el escenario internacional que los países de las Américas enfrentarán en la pos-pandemia.

Abraham fue ministra de Agricultura y Ganadería de Costa Rica entre 2010 y 2014 (la primera mujer en llegar a ese puesto), representante del IICA en México y también ocupó cargos destacados en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Mundial, entre otras instituciones internacionales.

La funcionaria sostuvo que hoy es imposible hablar de seguridad alimentaria sin hacerlo al mismo tiempo de comercio internacional.

“Una de cada seis personas en el planeta –afirmó- se alimenta gracias al comercio agroalimentario. Las condiciones de los países en ese sentido son muy diferentes: algunos son exportadores netos de alimentos y otros que son importadores netos. Resulta fundamental establecer vínculos estables y transparentes entre ellos”, consideró.

Las cadenas globales de valor como una oportunidad

Desde 1995, cuando entró en vigor el Acuerdo sobre Agricultura de la OMC, hasta 2020, el comercio mundial de alimentos se duplicó y hoy alcanza 1,5 billones de dólares, explicó Abraham. Pero la importancia comercial del sector es aún mayor si se considera que una tercera parte de las exportaciones agroalimentarias se comercializan a través de las cadenas globales de valor.

“En esos casos los productos cruzan dos veces las fronteras: salen de los países productores como productos primarios, reciben valor agregado en mercados externos y vuelven a ingresar como productos terminados o insumos para la producción”, detalló Abraham, quien consideró que “la gran oportunidad para los países de América Latina es agregar valor, a partir de la innovación y el conocimiento, de manera de incorporar otros eslabones en las cadenas globales de valor de nuestros productos”.

En ese sentido, Otero señaló que en América Latina y el Caribe deben establecerse políticas comerciales y agrícolas para el largo plazo, considerando que se trata de temas decisivos para el presente y el futuro de la región.

“La participación de nuestros países en el comercio internacional agroalimentario no está basada en excedentes. No es que participan cuando les sobra y luego ven qué pasa. Por eso deben adoptarse medidas inteligentes”, dijo el Director General del IICA.

Otero hizo hincapié en el complejo escenario geopolítico en el que tienen lugar las negociaciones del comercio internacional agroalimentario, considerando la irrupción de países emergentes, la nueva dimensión de la agricultura sostenible, la internalización de la cuestión ambiental y la “escalofriante” cifra de 700 billones de dólares en diversas modalidades de ayudas y subsidios que, según explicó Abraham, han sido autorizados por la OMC.

“Aunque no todo ese monto se utiliza, representa la mitad del total del comercio internacional de productos agrícolas. Tenemos que revisar esos temas para ver qué contribución puede hacer cada país, porque los aranceles a los productos agropecuarios son el doble de los aranceles consolidados para los productos industriales. Y eso puede generar distorsiones al comercio. Necesitamos bajar los aranceles para hacer más fluida la circulación internacional de alimentos”, dijo la representante de Costa Rica ante la OMC.

Manuel Otero señaló la importancia de que, en términos de comercio, la región deje de mirar hacia afuera y preste más atención a las oportunidades que ofrece nuestro propio continente. “Hay una estadística –apuntó- que a mí me conmueve: el 86% de las exportaciones de la región van hacia China, la Unión Europea y los Estados Unidos, mientras que apenas un 14% se quedan en el continente”.

En ese sentido, Abraham sostuvo que lo regional y lo multilateral deben ser vistos como complementarios: “Debemos fortalecer los procesos regionales, pero también seguir trabajando en los procesos bilaterales y multilaterales”.

Consultada por Otero sobre los temas centrales de la agenda agrícola regional, la embajadora habló del enorme desafío que significa la adaptación al cambio climático.

“Si bien es cierto –señaló- que la agricultura y la producción de los alimentos contribuyen a la suma de gases de efecto invernadero, también lo es que hay experiencias muy valiosas en América Latina y el Caribe de prácticas que mitigan la cantidad de dióxido de carbono que emite. Nuestros países se están adaptando a las exigencias y la agricultura sigue siendo una de las actividades económicas con mayor potencial, no solo para la generación de riqueza, sino también para garantizar la seguridad alimentaria y trabajar en la reducción de la pobreza”, concluyó la ex ministra costarricense.

 

Más información:
Gerencia de Comunicación Institucional del IICA 
comunicacion.institucional@iica.int